El domingo último (25/01/2009) se llevó a cabo en Bolivia, el referendo para la aprobación o no de la nueva Carta Magna de esa Nación. Además, se puso a consideración de los bolivianos y bolivianas la extensión de tierra que será considerada latifundio.
A la fecha, con el 86.26% de las Mesas reportadas, el SI a la nueva Constitución representa el 60.99% de los votos, en contraposición al NO, con el 39.01% de los votos (datos de la REPAC, 27/01/2009)
En cuanto al límite para el latifundio, los resultados parciales arrojan que este será de 5000 hectáreas, según el voto mayoritario de los nueve departamentos. La segunda opción (10000 hectáreas) quedaría así desestimada.
Arduos debates giraron en torno de la elaboración de esta controvertida Constitución. Sobre la inviabilidad política de Bolivia; sobre las enormes dificultades para su aplicación, en una sociedad fuertemente dividida, marcadamente heterogénea.
Sin embargo, la inmensa mayoría del pueblo boliviano parece haber aceptado el desafío. Desafío que no se limita a un cambio en la tónica discursiva del documento nacional por excelencia, sino que implica sentar las bases políticas formales para el desarrollo y consolidación de una Nación definitivamente compleja, histórica, social, étnica y culturalmente.
Es interesante analizar el Preámbulo y los Títulos I y II de la Primera Parte, en especial los primeros cuatro Capítulos del Título II. Las declaraciones de principios, sistema de gobierno y gobernabilidad. La articulación política de sociedad boliviana toda con el Estado; al interior de la sociedad y con esta, de las comunidades campesinas e indígenas nativas; y las formas en que dichas comunidades tendrán derecho (y obligación) de relacionarse -política, jurídica y legalmente- con el Estado y las instituciones de éste y de la sociedad en general. El acceso al agua como un derecho humano inalienable e imprescriptible; a una alimentación digna y equilibrada (de la que el Estado debe ser garante).
Vale mencionar que los representantes de los departamentos de la Media Luna (Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija, en los que, con mayores o menores diferencias porcentuales, el NO resulta ganador) pugnan por un "pacto" con el Gobierno de Morales Ayma, condicionando la aplicación de la Carta Magna en el territorio de los cuatro departamentos. El presidente se expidió sobre el asunto: "Hemos escuchado a las fuerzas opositoras que dicen que queremos pacto: ya el resultado con la aprobación de la nueva Constitución es un pacto nacional refrendado por el pueblo boliviano". En este momento es donde -como escribió Atilio Borón en un artículo de Página 12 del 27/01/2009- deberíamos estar escuchando las voces altisonantes de los Estados "defensores de la democracia", llamando a los fracturantes departamentos al acatamiento de la decisión popular.
Porque es el voto popular de más de 3 millones ochocientos mil bolivianos y bolivianas el que fue a las urnas, a hacer valer su derecho a elegir el estatuto político que regirá su vida en su tierra. No es una camarilla de legisladores; no es un frente político amplio (en este caso, el MAS). Ni mucho menos es el Presidente del Estado de Bolivia, Evo Morales Ayma, el que decide.
Una vez más, los pueblos aprenden; aprenden del pasado y desarrollan armas y estrategias en pos del Poder real, efectivo, que les garantice sociedades justas y menos salvajes. Los resultados provisorios del referendo boliviano no sólo son un logro más, una nueva victoria en la reorganización político-social-ideológica de nuestra Latinoamérica, sino una nueva instancia, concreta, materializada, del discurso que pugna por el Poder en manos de los Pueblos. Una estrategia para la consecución de objetivos mayores, de nuevos debates, de confrontaciones que no faltarán a la hora de legislar en el marco de la Carta Magna naciente, pero que serán pasos nuevos, pasos que da el pueblo de Bolivia, convencido de que ellos son protagonistas de su propia historia.
Adjuntamos el texto completo de la Nueva Carta Magna; los invitamos, como siempre, al análisis y debate.
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