Como resultado de las inquietudes planteadas durante una charla sobre "Capital Financiero y Fondos Buitres" en Dean Funes, surgió este artículo que nos hiciera llegar Mario Macarof. Lo compartimos con todos y todas ustedes.
Vamos
a comenzar este análisis con una disculpa a los animales mencionados ya que por
muy desagradables que sean sus costumbres y su aspecto, nunca serán
responsables del grado de maldad y cinismo que puede alcanzar la conducta
humana. La comparación con estos “bichos” que tienen en el imaginario popular
una injusta fama es solo para facilitar una más amplia comprensión de las ideas
expuestas.
Fondos buitres o “conducta
buitre” del Capital Financiero
A
partir de la expresión “fondos buitres” se ha identificado a un sector del capital
financiero que algunos pretenden presentarlo como marginal pero que está
perfectamente institucionalizado en sus países de origen disfrutando de
protección jurídica, política y mediática. En realidad la “conducta buitre” no
es ajena a la esencia misma del capital financiero y se pone de manifiesto
especialmente en las épocas de crisis.
Definimos al Capital Financiero como la fusión del capital bancario con el de
la gran industria, capaz de expresarse de una manera abstracta y volátil, que
ha alcanzado un nivel de desarrollo que le permite controlar la economía
mundial y ejercer directa o indirectamente el gobierno en la mayoría de los
países capitalistas.
La enorme concentración de la riqueza en pocas manos es
el resultado de la acción del capital financiero potenciada por los avances
técnicos que permiten una gran movilidad el capital. La
acumulación de riqueza del capital
financiero supera en mucho la capacidad
de generar riqueza de todo el aparato productivo mundial ya que se apodera de
la riqueza acumulada en los demás sectores de la sociedad.
El movimiento especulativo de capitales es junto a la
explotación del trabajo y los recursos naturales uno de los mecanismos básicos
de acumulación del Capital Financiero.
Los
ataques especulativos contra empresas y países son la cara más agresiva del
capital financiero y dentro de esa
modalidad aparecen los llamados “Fondos buitres”
Dado
que nos encontramos sumergidos en una crisis capitalista profunda y extensa es
previsible que las “conductas buitre”
del capital financiero sean cada vez más comunes y reiteradas.
América
Latina tiene una larga y dolorosa
relación con la explotación capitalista y muchas de las conductas buitre
de las que ha sido víctima en su historia reciente, reflejan un patrón que
vamos a tratar de ejemplificar en esta pequeña fábula donde participan tres
especies de alimañas: los buitres, las ratas y las cucarachas.
Una historia de
buitres, ratas y cucarachas.
El
“buitre” está en la cima de la pirámide de supervivencia del capital financiero
y se alimenta especialmente de capital muerto, es decir el capital que va
quedando a un costado del proceso de producción. La complejidad del capitalismo
actual en el que el “capital virtual” supera en varias veces al capital
productivo hace que el volumen de
capital muerto sea realmente muy importante. Puede ser riqueza acumulada por
sectores parasitarios, bonos y acciones de países o empresas en quiebra o
fondos para políticas sociales como la jubilación de una humilde ama de casa.
Los
mecanismos de apropiación pueden ser diferentes pero la manera de operar es
básicamente la misma. Los buitres ponen en acción a ejércitos de ratas que
trabajan para ellos, con funciones y tareas bien especializadas, entre las que
podemos resaltar las “ratas mediáticas”, las “ratas judiciales” y las “ratas políticas”.
Las
ratas mediáticas son probablemente las más conocidas y expuestas, van desde
toda una tropa de periodistas y opinólogos que saturan los medios masivos de
información hasta las organizaciones que supuestamente defienden la “libertad
de prensa”. La globalización de las comunicaciones ha permitido que se
transformen en un enorme aparato de presión y condicionamiento de la opinión
pública que se retroalimenta a nivel mundial.
Las
“ratas judiciales” están insertas en todos los niveles de la justicia por lo
general más tabicadas y aparecen en
escena en los momentos críticos y justos cuando hay que defender el interés de
los buitres.
Las
“ratas políticas” son las que construyen imagen con el apoyo de las ratas
mediáticas, tratan en lo posible de no mostrar la hilacha pero para un buen
observador resulta claro que ya tienen desde hace rato vendida su alma a los
buitres y solo esperan que el engaño llegue a concretarse en alguna
elección.
Las ratas son las que “transpiran la
camiseta”, ponen la cara y sostienen con su trabajo toda la superestructura
mediática, jurídica y política sobre la que revolotean los buitres. Si bien
gozan de cierta protección y por lo general están muy bien remuneradas no
tienen la inmunidad de sus patrones. De vez en cuando alguna rata puede y debe
ser sacrificada en aras de la credibilidad del sistema.
Para
ciertos trabajos muy sucios, algo peligrosos, pero por sobre todo poco remunerados (en relación a lo que ganan
las ratas) éstas necesitan mano de obra violenta, embrutecida y desesperada.
Entonces recurren a los nidos de cucarachas que cuidadosamente fueron sembrando
en los sectores mas postergados de la sociedad.
¿Cómo
se “siembra” un nido de cucarachas? El caldo de cultivo viene servido dentro de
las políticas neoliberales que generan marginación y desprotección al mismo
tiempo que impulsan un feroz egoísmo consumista como filosofía de vida. En ese
caldo de cultivo insertan la droga, que siempre directa o indirectamente
controlan ellos.
En
las cuevas cambiarias (que a veces funcionan dentro de prestigiosos bancos) se
encuentran los narcos mayoristas que necesitan reconvertir lo recaudado en la
venta al menudeo para volver a comprar, los sojeros y otros especuladores que
quieren sacar su dinero negro del país, con los agentes financieros que les
prestan sus servicios.
De
esos nidos de cucarachas salieron, por ejemplo, los barrabravas que empañaron,
con una violencia aparentemente irracional, la fiesta de homenaje a los
muchachos de la selección que obtuvieron el subcampeonato del mundo en futbol.
Las
cucarachas no estaban allí por voluntad o decisión propia. Fueron ratas las que
decidieron y organizaron esa actividad y ratas las que aseguraron un descomunal
impacto mediático de las escenas de violencia y, posiblemente, otras ratas las
que consiguieron que todas las cucarachas estuvieran libres antes de las 48
horas
Uno
se pregunta ¿para qué organizaron esto las ratas?
La
pregunta solo es posible responderla siguiendo los objetivos e intereses de los
buitres que hoy revolotean como nunca sobre nuestras riquezas y han enviado al
país un estado mayor de ratas principales. Tienen a partir del fallo de la
justicia norteamericana un buen bocado para aprovechar pero además creen que
escarbando con tenacidad en la carne muerta pueden llegar a enfermar todo el
cuerpo social y quedarse con el premio mayor.
Se
acercan las elecciones, la presidenta no puede renovar su mandato y presienten
que si revuelcan, ensucian y embarran todo tienen chance de conseguir que una
rata política haga retroceder en su favor el proceso de distribución de la
riqueza que se dio en la última década.
Volviendo
a la fiesta saboteada, los buitres saben que un pueblo feliz, un pueblo
orgulloso con la autoestima alta, es más difícil de doblegar y en definitiva el
pueblo es el verdadero enemigo a vencer por la acción mancomunada de buitres,
ratas y cucarachas, porque sin el pueblo
dispuesto a defenderlo no hay gobierno que resista demasiado tiempo.
No
es una sola acción sino un cúmulo de acciones coordinadas y encadenadas que van
minando la credibilidad de los dirigentes, generando aumento de precios y
escases de bienes y servicios de primera necesidad, violencia, temor y
desánimo al mismo tiempo que ensalzan y
edulcoran la imagen de sus ratas políticas
para ver si pueden hacerse con el control político de la sociedad.
Como
decíamos, esto no pasa solo en Argentina sino en todos los países de nuestra
América Latina donde los gobiernos no son dóciles al mandato del Capital
Financiero
Toda
fábula que se precie debería tener una moraleja al final, aunque en este caso
está muy cantada y ya fue expresada en distintas formas por el maestro Jauretche
en su Manual de Zonceras Argentinas.
Está
en todos los que aún no hemos vendido nuestra alma al capital financiero
trabajar con amplitud e inteligencia para que el plan de los buitres no se haga
realidad.
Mario
Macaroff
Miembro del Grupo de Trabajo Hacer la Historia
Córdoba, Julio de 2014